Son lo mismo, pero no son iguales. Desde hace muchísimos años ya son bien conocidas las grandes propiedades del ajo blanco para la salud. Hace algo menos de tiempo se empezó a comercializar el ajo negro que, siendo también muy interesante a nivel nutricional y terapéutico, no tiene exactamente las mismas propiedades que el blanco.
Beneficios del ajo blanco
Además de tener pocas calorías, es rico en Vitamina B6, y minerales como el manganeso, el selenio, el calcio, el cobre o el potasio. Uno de sus valores más destacados es el efecto antibiótico debido a la alicina.
Eso sí, para extraer los máximos beneficios no se debe tragar sin más, es necesario masticar el ajo crudo ya que la licina se obtiene cuando la enzima aliína entra en contacto con el oxígeno.
El ajo blanco, además, es un gran antioxidante, fungicida, antibacteriano, ayuda a reducir el colesterol malo, contribuye a diluir la sangre y previene las trombosis. Otra de las propiedades muy interesantes es la antitóxica, tiene un gran poder para ayudar a eliminar los metales pesados del cuerpo humano.
Beneficios del ajo negro
Esta variedad es el ajo blanco, pero fermentado a una temperatura y humedad controlada. Con esto, se consiguen unas reacciones fitoquímicas que hacen que muchos de los efectos y beneficios del ajo blanco se potencien y se multipliquen.
Al fermentarlo, disminuye la cantidad de alicina. Esta importante característica tiene el efecto positivo de evitar el mal aliento después de la ingesta del ajo crudo. Pero, por otra parte, todos los beneficios que aporta la alicina se ven disminuidos.
Pese a ello, sigue siendo un gran antioxidante, antibacteriano, anticoagulante y rico en vitaminas y minerales.